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5.7. Otras adicciones

 

 

 

5.7.1. ADICCIÓN A INHALANTES

 

En este apartado vamos a abordar los trastornos inducidos por la inhalación de los hidrocarburos alifáticos y aromáticos que se encuentran en sustancias como la gasolina, el pegamento, los disolventes y las pinturas en spray. Los hidrocarburos halogenados se encuentran en limpiadores, líquidos correctores de máquinas de escribir, espráis, etc. junto con otros compuestos volátiles que contienen ésteres, cetonas y glicoles.

La mayoría de los compuestos que se inhalan son una mezcla de gran cantidad de sustancias que pueden producir efectos psicoactivos y, en muchas ocasiones, es difícil averiguar cuál es la sustancia responsable del trastorno, a no ser que se tenga la certeza de que se ha consumido una única sustancia sin mezclar.

Debido a su bajo coste y facilidad de obtención, los inhalantes suelen ser las primeras drogas de experimentación para la gente joven, y puede haber una incidencia mayor entre quienes viven en áreas de depresión económica.

La dependencia y el abuso sólo se dan en una pequeña proporción de los sujetos que consumen inhalantes. El curso temporal de la intoxicación por inhalantes se relaciona con las características farmacológicas de la sustancia específica que se toma, pero es normalmente breve, durando de pocos minutos a 1 hora. El inicio del efecto es rápido, llegando a su máximo unos minutos después de inhalar.

Los sujetos que toman inhalantes pueden tener un grado preferido de intoxicación, y el método de administración (habitualmente esnifar de un contenedor o respirando a través de un trapo empapado por la sustancia) permite al sujeto mantener ese nivel durante varias horas.

También se han registrado casos de aparición de dependencia en trabajadores industriales con una larga exposición a inhalantes debido a su trabajo.

Es posible detectar olor de pintura o de disolventes en el aliento o en las ropas de los sujetos que consumen inhalantes, o puede haber residuos de las sustancias en las ropas y la piel. Puede aparecer la llamada erupción del esnifador de colas alrededor de la boca o la nariz, y también es posible la presencia de irritación conjuntival.

Puede haber demostraciones de traumatismos debidos a un comportamiento desinhibido o a quemaduras debido a que se trata de sustancias con potencial inflamable elevado. Los hallazgos no específicos en el aparato respiratorio incluyen muestras de irritación de las vías respiratorias superiores e inferiores, presencia de tos, mucosidad, disnea y afonía. En ocasiones aparecen cianosis como resultado de una neumonitis o de asfixia. Puede haber también dolor de cabeza, debilidad general, dolor abdominal, náuseas y vómitos.

Los inhalantes pueden causar lesiones en el sistema nervioso, tanto central como periférico, que pueden llegar a ser permanentes. Van desde debilidad general y neuropatías periféricas hasta atrofia cerebral, degeneración cerebelar y lesiones de la sustancia blanca, que dan lugar a signos de los pares craneales o en el tracto piramidal.

El consumo recurrente puede dar lugar al desarrollo de hepatitis (que puede evolucionar a cirrosis) o acidosis metabólica consistente con acidosis tubular renal distal. También se han observado insuficiencia renal crónica, síndrome hepato-renal y depresión medular.

Puede producirse muerte por depresión respiratoria o cardiovascular, en concreto muerte súbita al esnifar, que se debe a arritmia aguda, a hipoxia o a alteraciones electrolíticas.

Se ha observado tolerancia en individuos con consumo frecuente de inhalantes, pero no se tiene documentación clara respecto a la abstinencia. Se ha descrito un posible síndrome de abstinencia con inicio entre 24 y 48 horas después de interrumpir el consumo y con una duración de 25 días, con síntomas que incluyen alteraciones del sueño, temblores, irritabilidad, diaforesis, nauseas e ilusiones pasajeras. De todos modos, este síndrome no ha sido correctamente documentado y parece carecer de importancia clínica.

 

Dependencia de inhalantes

Algunos de los criterios genéricos para la dependencia de sustancias no son aplicables a los inhalantes mientras que otros requieren ser más ampliamente formulados.

La dependencia de inhalantes no incluye un síndrome de abstinencia característico ni la evidencia de consumo de inhalantes para aliviarlo o evitarlo. Es raro que se invierta mucho tiempo tratando de obtenerlos, aunque sí puede emplearse mucho tiempo tratando de recuperase de los efectos de su uso.

 

Intoxicación por inhalantes

Se caracteriza por cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos, clínicamente significativos, tales como beligerancia, violencia, apatía, deterioro del juicio, deterioro de las actividades sociales y laborales, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de inhalantes volátiles.

 

Pueden observarse algunos de los siguientes signos:

  • Mareo
  • Nistagmo
  • Falta de coordinación
  • Lenguaje farfullante
  • Marcha inestable
  • Letargia
  • Disminución de reflejos
  • Retraso psicomotor
  • Temblores
  • Debilidad muscular generalizada
  • Visión borrosa o diplopía
  • Estupor o coma
  • Euforia

 

Otros trastornos inducidos por inhalantes:

  • Delirium por intoxicación
  • Demencia persistente
  • Trastorno psicótico
  • Trastorno del estado de animo
  • Trastorno de ansiedad

 

 

5.7.2. ADICCIÓN A ALUCINÓGENOS

 

 

Está relacionada con los efectos, que son muy subjetivos: sensación de aumento de actividad mental, sensación de novedad, pseudo-alucinaciones, euforia, alteración de la imagen corporal, alucinaciones, aumento de percepción sensorial, aumento de la sensación de empatía.

A nivel fisiológico: Midriasis, rubefacción facial, temblor fino, aumento de tensión arterial, aumento de la cifra de glucemia, aumento de la temperatura corporal (golpe de calor), taquicardia, sudoración.

Los alucinógenos que pueden ser objeto de abuso son: el alucinógeno ergótico dietil amida del ácido lisérgico (LSD), que es el prototipo de las sustancias de abuso; otros alcaloides del indol como la psilocibina («hongos mágicos’) y la dimetiltriptamina (DMT) y las fenilalquilaminas como la mescalina, la dimetoximetilanfetamina (DOM o STP), la metilenodioxianfetamina (MDA) y la metilenodioximetanfetamina (MDMA, éxtasis o X).

Estos alucinógenos, denominados psicomiméticos o psicodélicos (expansores entales) forman un grupo de sustancias que provocan trastornos del pensamiento, el estado de ánimo y la percepción. Dependiendo de la dosis, las expectativas (la situación) y el ambiente (el contexto) también pueden inducir euforia y un estado similar a una experiencia trascendental.

El término alucinógenos generalmente se refiere a un grupo de componentes que alteran la conciencia sin delirium, sedación, estimulación excesiva o alteraciones del intelecto o la memoria. La calificación de alucinógeno es imprecisa, ya que las alucinaciones inducidas por alucinógenos son poco frecuentes. Son más frecuentes los fenómenos ilusorios. Una ilusión es una alteración perceptiva de un estímulo real del ambiente.

 
 

Clasificación

  1. Sustancias relacionadas con la serotonina. (Indol alquil aminas): Rapé de epenea, LSD (también llamado ácido lisérgico), psilocibina (también llamada hongos mágicos).
  2. Sustancias relacionadas con la dopamina y la anfetamina. (Fenil etil aminas y Fenil isopropil aminas). Mescalina (extraída del cactus peyote), nuez moscada, MDMA (también llamada éxtasis), MDA (Metilendioxianfetamina) y DOM.
  3. Fenciclidina (también llamada PCP o polvo de ángel). Su estructura química es distinta a las anteriores y produce efectos anestésicos. Se trata de una droga muy tóxica, con cuadros confusionales, agitación, etc.
  4. DMuscimol (que se extrae de la amanita muscaria). Se trata de un agonista del receptor GABA.

Entre las principales características de los alucinógenos, encontramos que no parecen generar dependencia, ni síndrome de abstinencia. Su empleo es principalmente experimental, siendo muy esporádico su uso recreativo.

 

Efectos tóxicos

  • Reacciones disfóricas agudas. Son la causa de la pérdida de control, la incapacidad para afrontar la disolución del yo y/o una importante disonancia ambiental. El resultado es ansiedad y, en algunas ocasiones angustia. Estas reacciones agudas de ansiedad-angustia desaparecen habitualmente antes de que se busque intervención médica.
  • Flashbacks: repetición de efectos (aspectos parciales de los mismos y breves) en situaciones de no consumo de las sustancias.
  • Se trata de la la situación de máximo riesgo. Se produce una elevación de la temperatura que puede llevar a golpe de calor, colapso y convulsiones.

Psicosis funcionales que no se relacionan con la esquizofrenia, pero que sí pueden agravan los trastornos psicóticos y detonar su aparición como consecuencia del estado de hipervigilancia constante, de anular las señales externas y de los pensamientos inusuales que aparecen en el curso de la experiencia con alucinógenos tales como suspicacia e ideas persecutorias. Aunque los más frecuentes son los pensamientos de grandiosidad o los megalómanos.

 

Intoxicación aguda debida a consumo de alucinógenos

Se caracteriza por comportamiento alterado o anormalidades perceptivas y alguno de los siguientes síntomas:

  • Ansiedad y temor
  • Ilusiones o alucinaciones auditivas, visuales y táctiles que aparecen en completo estado de vigilia y alerta
  • Despersonalización
  • Desrealización
  • Ideación paranoide
  • Ideas de referencia
  • Labilidad del humor
  • Hiperactividad
  • Actos impulsivos
  • Deterioro de la atención
  • Interferencia en el funcionamiento personal.
  • Taquicardia
  • Palpitaciones
  • Sudoración y escalofríos
  • Temblor
  • Visión borrosa
  • Dilatación pupilar
  • Falta de coordinación

 

El consumo de alucinógenos también puede provocar la aparición de distorsiones en el estado de ánimo, el curso del pensamiento y sobre todo en la percepción. El efecto adverso más frecuente es el llamado «mal viaje», en el que estas distorsiones son vividas en forma terrorífica por parte del consumidor. Estos efectos suelen responder bien al empleo de benzodiacepinas (primera elección) o neurolépticos a dosis bajas (risperidona, olanzapina).

 

 

5.7.3. LA ADICCIÓN A LA NICOTINA

 

Se ha comprobado que los 0,8 mg de nicotina que nos proporciona cada cigarro llegan a nuestro cerebro entre 10 y 60 segundos tras haber sido inhalados, y producen un efecto realmente alarmante estimulando las áreas relacionadas con la recompensa mediante la producción de dopamina.

Gracias a esta acción, experimentamos una sensación grata que podemos describir como un premio. Es por ello, que un fumador suele afrontar cada una de las pequeñas frustraciones que aparecen en el día a día con el consumo de un cigarro. Es un modo de soportar las situaciones que nos desagradan, sin tener que hacer realmente algo en pro de la solución. Sin tener que aliviar realmente la angustia que dicha situación nos genera.

Por lo tanto, este sistema artificial de gratificación nos impide organizar nuestra vida de una forma satisfactoria. No necesitamos afrontar ciertos problemas de difícil resolución. Basta con fumarse un cigarro para dejar de experimentar esa sensación molesta. Y de este modo, poco a poco, vamos debilitando nuestro autocontrol.

Este sería sólo uno de los muchos problemas asociados a esta droga de tan alto poder adictivo. Sin embargo, investigadores de las Universidades de Texas y Oregón, han descubierto recientemente que una modalidad de la meditación, concretamente el “mindfulness” (Meditación de Atención Plena) es capaz de reducir las ganas de fumar.

Otras investigaciones ya habían puesto de manifiesto que la adicción al tabaco altera áreas cerebrales relacionadas con el autocontrol. Pero con el presente estudio, se indica que esta técnica de meditación de larga tradición en China, facilita una reducción en el consumo de tabaco de un 60 por ciento tras 2 semanas de práctica. En concreto, la región cerebral en la que interviene dicha técnica es la corteza cingulada anterior, y su verdadero efecto parece ser el de potenciar el autocontrol en la persona, además de reducir el estrés psicológico.

También es importante señalar que, una vez que iniciamos la abstinencia de nicotina, nuestro cuerpo irá reajustando progresivamente sus niveles de dopamina y otras sustancias, hasta el momento en que podamos sentir de nuevo satisfacción por las pequeñas cosas que siempre nos gustaron. Hasta el momento en que seamos capaces de poner una solución a aquello que nos incomoda, en lugar de anestesiarnos. Y como dicen los partidarios de la vertiente más espiritual, hasta que recobremos esa visión intuitiva tan mermada por el consumo de tabaco.

 

 

5.7.4. LA ADICCIÓN AL MÓVIL

 

 

Según una investigación realizada en el Reino Unido, el 66% de la población británica padece nomofobia. Este neologismo se refiere al miedo a estar sin el teléfono móvil, y podría ser la enfermedad del siglo XXI. Dicho pánico es más frecuente en las mujeres (70%) que en los hombres (61%), y suele generarse en personas con baja autoestima, problemas con la aceptación del propio cuerpo, déficit en habilidades sociales y en resolución de conflictos. En nuestro país, estudios realizados en la Universidad de Granada sugieren que el 8% de universitarios padece nomofobia.

En base a otra investigación realizada en la Universidad de Valencia con más de 4.000 adolescentes, se ha detectado que las chicas utilizan el móvil especialmente como un instrumento de socialización, porque se sienten solas, y para no aburrirse. Además, les afecta bastante cuando no reciben llamadas o mensajes. Mientras que los chicos lo utilizan sobre todo para probar juegos, aplicaciones y mantener el contacto.

Podemos pensar que existe adicción al teléfono móvil si la persona siente ansiedad cuando no puede utilizarlo; ya sea por problemas de cobertura o batería. Cuando su uso comienza a interferir en las actividades cotidianas, como por ejemplo no concentrarse en una actividad por estar consultando el móvil constantemente. Cuando se emplea a la vez que se mantiene una conversación con otra persona que sí está presente. Cuando se modifican los hábitos de sueño por chatear hasta altas horas de la noche. Cuando se prefiere para resolver problemas afectivos antes que hacerlo en persona. Cuando se generan facturas elevadas. Finalmente, cuando aparecen síntomas de estrés, irritabilidad, cansancio, alteraciones del sueño y alteraciones emocionales, aunque no se asocien conscientemente al uso del teléfono.

Un caso específico es el empleo de aplicaciones de mensajería instantánea gratuita como WhatsApp, que está cambiando el mundo de las relaciones sociales, pero también provocando muchas crisis de pareja o tensiones entre amigos. En este sentido, los psicólogos empiezan a detectar rupturas de pareja por conexiones a deshora que después no pueden explicarse. Sin embargo, en ocasiones, la fase más enfermiza llega cuando, meses después de la ruptura, se sigue controlando obsesivamente a la expareja a través del WhatsApp, lo que genera angustia y ansiedad intensas.

Antes de llegar a estos extremos, podemos aplicar algunas estrategias preventivas como: utilizarlo sólo si es realmente necesario, limitar la comprobación de notificaciones preguntándome el tiempo que ha pasado desde la última comprobación, practicar actividades deportivas, sociales, creativas o culturales fuera de internet que impliquen interacción social directa y, obviamente, un mayor contacto con la naturaleza.

 

 

5.7.5. LA ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES

 

 

Según los estudios, en el mundo, el 1,5% es adicto a redes sociales, y el 21% de la población está en riesgo de ser adicto.

No solo es un problema que afecte a los jóvenes. Aunque en Colombia no existe, hasta ahora, una investigación rigurosa sobre este fenómeno es un problema creciente de salud mental, que no es exclusivo de los jóvenes. Muchos adultos tienen la necesidad compulsiva y repetitiva de tener contacto con Facebook y presentan grandes dificultades para desprenderse de esta red social.

Un estudio revela que los adictos a redes sociales tienen cerebros parecidos a los drogodependientes (cocainómanos, por ejemplo). Aunque, a diferencia de los drogadictos, estos no tienen atrofiadas las regiones del cerebro que inhiben los comportamientos negativos.

Otro estudio demostró que cuanto más utiliza una persona una red social, peor se siente después.

Se está generando un nuevo síndrome llamado “fear of missing out” (“temor de quedar excluido”), en el que la persona compara constantemente su situación con la de otros amigos y conocidos en estas redes, y siente que se está perdiendo experiencias.

Otro estudio demostró que las redes sociales pueden afectar la imagen corporal de una mujer de manera negativa.

También se ha comprobado que cuesta más evitar revisar Twitter y Facebook que evitar el consumo de tabaco o alcohol. Causas: su alta disponibilidad y lo poco que cuesta conectarse.

 

El adicto a redes sociales se caracteriza por:

  • Necesidad imperiosa de estar conectado a ellas
  • Ansiedad, irritabilidad, preocupación excesiva, sudoración y taquicardia.

 

Varios psicólogos advierten que usar teléfonos inteligentes en forma desmedida no solo vuelve adictas a las personas, sino también menos inteligentes: sin atención sostenida, con poca memoria y baja creatividad.

Las personas chequeamos el celular cada 7,5 minutos de media para comunicarnos, navegar por la web, consultar cualquier duda, entretenernos o trabajar. La mayoría de los adultos que tienen un celular inteligente dice no poder vivir sin él. Los jóvenes de entre 18 y 24 años chequean sus teléfonos más de 80 veces al día. Actualmente, en Colombia, el 85 % de la población usa celular. Su uso exagerado provoca dificultades de concentración, creatividad e incapacidad para pensar profundamente.

En 2015 se vendieron 44 millones de teléfonos ‘tontos’, para quienes no quieren vivir conectados a internet.

Se dice que el lapso de atención, definido como la cantidad de minutos sin distraerse que toma a una persona completar una tarea, se ha acortado debido a las tecnologías móviles. El periodo de atención máximo actualmente es en promedio de ocho segundos, cuatro menos que en 2000. Otro experimento encontró que las personas somos incapaces de concentrarnos por más de tres minutos en una actividad Hay evidencia de que hoy, por culpa de la tecnología, el cerebro forma menos recuerdos a largo plazo.

Cuando la gente sabe que va a encontrar la respuesta en internet es menos factible que genere un recuerdo sólido de esa información.

Y es que depender de las aplicaciones para solucionar problemas produce el llamado ‘cerebro perezoso’. Un ejemplo es que 60% de quienes apoyaron a Donald Trump creen que el expresidente Barack Obama nació en un país diferente a Estados Unidos. “Esto es un subproducto de lo que la gente toma directamente a su antojo de ese bufé informativo que aparece en sus pantallas”.

Se ha comprobado que los taxistas que aun conducen en Londres guiándose por su instinto tenían un hipocampo más voluminoso porque “imaginar la ruta en la mente y trasladarla a la realidad requiere de mucho trabajo mental” que ayudarse del GPS.

 

6 señales de la adicción a redes sociales

La adicción a las redes sociales se presenta con mayor frecuencia en jóvenes.

La psicóloga Cecilie Schou Andreassen revela que los rasgos de un adicto a las redes sociales son muy parecidos a los que padecen alcoholismo y drogadicción:

  1. Pasar mucho tiempo pensando en las redes sociales como Facebook
  2. Sentir la necesidad de utilizar la red social en todo momento
  3. Utilizar la red social para olvidarse de los problemas personales o laborales
  4. Fracaso en el intento de reducir el uso de la red social
  5. Sentir inquietud y ansiedad para usar la red social, sobre todo cuando está prohibido
  6. Impactos negativos en la vida laboral, estudiantil o personal por utilizar las redes sociales

 

¿Por qué crean tanta adicción las redes sociales?

  1. Permiten con gran facilidad entrar en contacto con otras personas, aunque superficialmente.
  2. En ellas sólo proyectamos lo positivo: lo bien que nos lo estamos pasando. Uno no percibe la verdadera realidad social de las personas porque no se cuentan las desgracias.
  3. Producen una sensación de gratificación muy rápida. Yo escribo e inmediatamente hay una respuesta. Ese «feedback» produce un estímulo muy positivo. En Facebook, por ejemplo, no existe el botón de «no me gusta», lo que implica que los estímulos que uno recibe serán casi siempre positivos.
  4. El teléfono, el ordenador… son todos ellos dispositivos que nos obedecen.
  5. Conllevan un reconocimiento personal; algo que, por naturaleza, nos gusta. Si uno ha tenido un mal día y está de bajón, se conecta a las redes y compensa esa frustración con la sensación de popularidad en las redes.
  6. Al usuario le hace sentirse activo mientras realiza una labor de investigación, busca información, responde mensajes, publica mensajes, fotos… aunque, en realidad, no esté haciendo nada útil de verdad.

 

 

5.7.6. TOMAS DE YAGÉ

 

 

El yagé o ayahuasca es una bebida que se prepara a partir del compuesto de diferentes plantas (liana Banisteriopsis caapi, Psychotria viridis, Diplopterys cabrerana y Mimosa hostilis), y que actúa poderosamente sobre el sistema nervioso central, estimulando la producción de sustancias como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina. Sus efectos son como un fuerte antidepresivo combinado con un potente alucinógeno, lo que genera distorsión de la realidad, y sinestesia (como ver sonidos y escuchar colores). En otras palabras, algo realmente peligroso.

Originalmente el yagé lo empleaban, en sus ritos ancestrales, diversas comunidades de la cordillera andina amazónica buscando un significado espiritual. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido en una moda, y se consume de forma -digamos- descontextualizada, es decir, imitando el ritual original, pero en otros entornos y por personas de otras culturas.

El perfil típico del consumidor de yagé descontextualizado corresponde al de aquella persona de más de 30 años, con un nivel cultural alto, que necesita encontrar un verdadero sentido a su existencia, y respuestas a preguntas trascendentales, más allá de las que se le ofrecen en el entorno cercano. Cuando una persona con este perfil decide participar en una toma de yagé, se enfrenta a un problema añadido, ya que el ritual no se vive del mismo modo en la selva amazónica que en una sociedad de ritmo frenético, constante competitividad y conectividad saturada por las nuevas tecnologías. Y no es que queramos decir con ello que las tomas de yagé en el contexto original sean sanas para los mismos chamanes.

Además, el peligro se multiplica cuando el consumidor está utilizando antidepresivos, sufre trastorno bipolar o esquizoide, o es sensible a ciertas sustancias que componen el brebaje. También existe, el riesgo de una sobredosis, o de un síndrome serotoninérgico caracterizado por agitación, confusión, fiebre, vómito, diarreas, temblores, convulsiones… Pensemos que este síndrome puede provocar un coma y, en el 10% de los casos, la muerte. Además, entre quienes tuvieran predisposición para ello, puede estimular la aparición de una esquizofrenia, o crisis psicóticas.

Sus defensores afirman que la ingesta de yagé es una purga, una experiencia catártica y liberadora que puede abrir la posibilidad para una vida más consciente, más plena y satisfactoria. Y si, ciertamente, la búsqueda de respuestas trascendentales resulta apasionante, en ocasiones necesaria, pero podríamos pensar que sería más plausible encontrar esas respuestas a lo largo del camino de la introspección, de la meditación, del acercamiento al otro, y del estudio, en lugar de buscarlo en la toma de un brebaje mágico un sábado por la noche.