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5.4. La adicción al alcohol

 

 

Según los estudios, el alcohol, es la quinta causa de muerte y discapacidad en el mundo. En España hay aproximadamente entre 200.000 y 300.000 alcohólicos, de los cuales sólo uno de cada diez acude a tratamiento. Se trata de una enfermedad compleja; tengamos en cuenta que, incluso antes de probar la primera copa, un adicto comienza a liberar dopamina en su cerebro. A su vez, la dopamina es un neurotransmisor relacionado con la socialización, la activación, la sensación de recompensa, y otros efectos placenteros.

No obstante, en los últimos años, las investigaciones científicas han logrado importantísimos avances. Por una parte, se ha identificado al gen responsable de la adicción: el CYP2E1. Recientes estudios realizados en la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, demostraron que una variante de este gen podría ofrecer cierta protección contra el alcoholismo, y que entre el 10% y 20% de la población posee dicha variante.

También se han localizado las neuronas que influyen en el desarrollo de la enfermedad. Son las neuronas medias espinosas del tipo D1, que incentivan y refuerzan las conductas de consumo de alcohol. Las neuronas D1 se activan ante el consumo periódico de grandes cantidades de alcohol, y progresivamente requieren menos consumo para ser activadas, lo que acaba generando un ciclo vicioso, y explica por qué ciertos adictos experimentan los efectos con tan sólo unos pocos tragos.

De igual modo, se han logrado diseñar medicamentos eficaces para tratar esta problemática. Por una parte, múltiples investigaciones confirman que la naltrexona y el nalmefeno reducen el consumo de alcohol, y previenen de recaídas. Algo más radicales han sido en la Universidad Médica de Carolina del Sur, quienes han propuesto el consumo de un alucinógeno como la ketamina para erradicar la adicción al alcohol. Según ellos, una dosis única de este medicamento eliminaría los recuerdos relacionados con la bebida.

Muy recientemente, otro estudio comprobó que el Baclofeno ayuda a reducir el consumo de alcohol de los bebedores. Tras administrar dicha molécula a 300 pacientes con adicción al alcohol, se observó que el 57% de ellos abandonaban el consumo.

Mencionemos por último el trascendente descubrimiento realizado en la Universidad de Chile, donde un equipo de científicos ha desarrollado una vacuna contra alcoholismo. Lo lograron al percatarse de que existe una enzima -el aldehído deshidrogenasa- que metaboliza el alcohol en el organismo. Curiosamente, el 20% de la población asiática posee una mutación genética de dicha enzima que no le permite metabolizar correctamente el alcohol, por lo que, con una pequeña ingesta, experimenta una reacción tan fuerte que no vuelve a probarlo. Dicha mutación es la que este equipo de investigadores chilenos administró a los adictos logrando que experimentaran la misma sensación desagradable al volver a beber.

Por otra parte, el alcoholismo supone una desviación con respecto del estado de salud, con épocas de mayor gravedad y otras de remisión; determinado ello por la prolongada absorción de una sustancia llamada alcohol en cantidades que producen efectos tóxicos y consecuencias psicológicas y sociales. La enfermedad alcohólica se ha visto envuelta, como otras patologías, en un halo de censura moral y ética que ha generado un evidente rechazo social, secretismo, etc., mucho más todavía sí este alcoholismo es femenino.

Se ha condenado abuso y la embriaguez repetida y no se ha informado, suficiente y bien, de características y consecuencias del uso/ abuso de la sustancia. Ha podido considerarse, tal vez más, sus repetidas intoxicaciones fruto de » excesos viciosos» que de una dependencia o adicción al alcohol con todas las derivaciones que ello conlleva: tratamientos sintomáticos, paliativos, buenos consejos (beba menos, no abuse, etc.).

Podemos así definir al alcohólico como un individuo que ha perdido el control sobre la sustancia, que es incapaz de abstenerse, que necesita beber más para mantener la adicción, olvidar, anestesiar conflictos o disolverlos en alcohol (tensiones, contradicciones, insatisfacciones, miedos, fracasos etc.).

 

 

Tipos de alcoholismo

 

  1. Bebedor excesivo (Pre-alcohólico. Fase que oscila entre varios meses a dos o tres años aproximadamente.
  • Invierte progresivamente más tiempo bebiendo en interacciones sociales.
  • Puede esconder determinados consumos.
  • También puede ir incrementando la cantidad de bebida e incluso la graduación alcohólica.
  • Inventa estrategias para mantener o incrementar posibilidades de consumo.
  • Preocupación por el consumo.
  • Aumento de la tolerancia.
  • Siente que el consumir es una necesidad.
  • Pueden aparecer sentimientos de culpabilidad.
  1. Adicción alcohólica
  • Posibilidad de pérdida de memoria (amnesias retrógradas, blacks outs, apagones).
  • Pérdida de control. Beber compulsivo.
  • Problemas laborales (menor rendimiento, absentismo, pérdida o cambios de trabajo).
  • Reducción de intereses.
  • Baja Autoestima.
  • Tiene deudas.
  • Va cargado todo el día.
  • Aislamiento social progresivo.
  • Otros toman sus responsabilidades.
  • Pueden aparecer consecuencias psíquicas: celotipias, interpretaciones paranoides.
  • Reducción de la capacidad sexual.
  • Bebe por las mañanas en ayunas.
  • Intentos repetidos por dejar de beber.
  1. Alcoholismo crónico
  • Sintomatología física y mental.
  •  Bebe continuamente.
  • Disminuye la tolerancia.
  • Pensamientos muy confusos.
  • Progresiva aparición de enfermedades físicas.
  • Toca fondo… puede pedir ayuda.

 

 

Tipología del alcohólico de Jellinek

 

La consideración del alcoholismo como enfermedad es bastante reciente, parte de los conceptos de Jellinek (1960), luego desarrollará Vaillant y otros autores. Jellinek entiende distintos tipos de enfermos alcohólicos:

 

1. Alcoholismo alfa

Consumo excesivo de bebidas alcohólicas por dependencia y susceptibilidad psicológica. El objetivo del consumidor es neutralizar el dolor físico o emocional producido por una patología subyacente. Características de este tipo de consumidor:

  • Alcohólico sintomático (trastorno psíquico previo).
  • Bebedor enfermo psíquico, bebedor conflictivo.
  • Utiliza el alcohol como medicación, se automedica.
  • Es capaz de controlar su consumo
  • Es capaz de controlar de abstenerse.
  • Es indisciplinado y en intoxicaciones agudas y severas es capaz de producir graves trastornos conductuales.
  • No presenta síndrome de abstinencia.

 

2. Alcoholismo beta

Consumo excesivo de bebidas alcohólicas que provoca complicaciones físicas como polineuritis, gastritis, pancreatitis, cirrosis, etc. Características de este tipo de consumidor:

  • No presenta dependencia física o psicológica del alcohol.
  • Es difícil identificar un síndrome de abstinencia.
  • Sólo ocasionalmente puede presentar signos de intoxicación aguda, sobre todo durante los fines de semana.
  • No presenta alteraciones conductuales.
  • Alcoholización directa y pura.
  • Déficits alimentarios.

 

3. Alcoholismo gamma

Características de este tipo de consumidor:

  • Consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
  • Marcada tolerancia al alcohol.
  • Síndrome de abstinencia.
  • Pérdida de control.
  • Frecuentes episodios de embriaguez y graves trastornos de conducta, asociados a patología somática y psiquiátrica.

 

4. Alcoholismo delta

Características de este tipo de consumidor:

  • Consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
  • Nivel más estable de consumo alcohólico.
  • Presenta tolerancia.
  • Síndrome de abstinencia.
  • Tendencia a la progresión.
  • Incapaz de alcanzar la abstinencia.

 

5. Alcoholismo épsilon

Características de este tipo de consumidor:

  • Consume alcohol de forma intermitente.
  • Dipsomanía o ataque de bebida.
  • Usan bebidas alcohólicas de forma esporádica y frecuentemente en estos episodios se producen episodios de embriaguez y trastornos conductuales.
  • Probablemente estos episodios coincidirían con una intensificación de un trastorno psíquico subyacente.

Porcentajes de estos tipos de consumidores en España:

  • Alcohólicos Delta: 62%
  • Alcohólicos Gamma: 6%
  • Alcohólicos Beta 6%
  • Alcohólicos en transición Beta-Delta o Beta Gamma: 6%

 

 

 

Alcoholismo familiar

«Los borrachos engendran borrachos» (Plutarco).

 

Desde antiguo es sabido que el alcoholismo afecta en muchas ocasiones a toda una familia, especialmente a los varones. Aproximadamente un 60% de alcohólicos ha tenido padre alcohólico y un 90% de niños maltratados son de padre afecto de alcoholismo (A. Fernández). En estos casos, las relaciones entre sus miembros se ven claramente afectadas. Así las normas y los sistemas de comunicación pueden verse gravemente alteradas, conduciendo a situaciones de tensión y ansiedad constantes. Además, también aparecen «mecanismos homeostáticos» que se aseguran del mantenimiento de este equilibrio patológico, controlando y neutralizando todo lo que amenace dicha estabilidad familiar.

También se ha comprobado que cuanto más precoz sea el primer contacto de una persona con la sustancia tanto más sombrío es su pronóstico futuro. Analicemos de qué manera se transmiten estos hábitos:

 

Mecanismos reproductores

  1. Imitación parcial: el hijo reproduce determinados rasgos negativos de la personalidad del padre. Especialmente aquellas características y conductas que le producen vergüenza, culpa, hostilidad, temor o indiferencia. Pese a que el hijo deteste esas conductas de su padre, en momentos de alta presión, tal vez acabe imitándolas.
  2. Condicionamiento psicológico: el futuro carácter del hijo se va condicionando a partir de las vivencias de soledad, desesperación, tensión y ansiedad que se viven en el hogar.
  3. Condicionamiento de evitación: los hijos aprenden a evitar sus sentimientos desagradables bebiendo o consumiendo medicación psiquiátrica sin prescripción médica, del mismo modo que lo hacen sus padres.

 

Déficits en el proceso de individuación

En circunstancias normales, la familia favorece el desarrollo de la personalidad de cada uno de sus miembros respetando su propia individualidad y diferenciándole del resto de miembros, dentro de un equilibrio biopsicosocial. Refuerzan la libertad de cada individuo, así como las normas de convivencia. Pero en las familias con problemas de adicción al alcohol, este proceso de individuación falla. Este fracaso en el proceso de individuación puede darse por diferentes caminos:

 

Excesivo individualismo

  • Aparente independencia que, en realidad, es aislamiento.
  • Mala calidad de las relaciones interpersonales y familiares.
  • No hay una adecuada identificación con la familia.
  • Excesiva diferenciación y distanciamiento personal entre los miembros.
  • Debilidad en los vínculos afectivos familiares.
  • Estructura familiar desorganizada.
  • Conflictos intrafamiliares.
  • La identificación con la familia se produce comparándose en el consumo y sus efectos.

 

Escaso individualismo

  • Las fronteras interpersonales apenas existen
  • Fusión y dependencia entre los miembros de la familia.
  • Déficits de habilidades sociales por sobreprotección paternal.
  • El consumo de alcohol se emplea para alcanzar la autoafirmación, para demandar atención y afecto, y para ser igual al resto de miembros.
  • Los miembros no son capaces de asumir responsabilidades, y la propia familia tapa los fallos.
  • La familia puede reforzar la conducta adictiva.

Curiosamente, en estos casos la abstinencia rompe los patrones del sistema desestabilizando toda su estructura, por lo que sería probable una reacción encubierta en contra de la abstinencia.

Analicemos ahora los rasgos de la personalidad Infantil pre-alcohólica:

  • Inmadurez afectiva: excesiva necesidad de amor, baja tolerancia a la frustración, búsqueda de satisfacción inmediata.
  • Inmadurez emocional: respuestas emocionales hipersensibles, estados depresivos ocasionados por acontecimientos perturbadores, excesiva presencia de sentimientos desagradables como ira, frustración, ansiedad, vergüenza, etc. La familia reprime fuertemente las aspiraciones del niño, muestra pasividad o evita afrontar los problemas del niño, la comunicación con él es muy superficial.

 

El futuro adicto al alcohol, durante la adolescencia, también muestra unas características muy particulares:

  • Inmadurez psicosexual, debido a que los instintos sexuales se ven bloqueados por la inmadurez afectiva.
  • Represión de los instintos: conductas inhibida, actitud pasiva por parte del adolescente.
  • Consume alcohol para desinhibirse.
  • Déficits cognitivos: creencias irracionales relacionadas con inseguridad y temor ante el futuro, ansiedad ante las demandas sociales, miedo a la responsabilidad, al fracaso, al sufrimiento…
  • Trastornos: distimia, depresión, traumas afectivos, introversión o extraversión muy acentuadas, anorexia, bulimia.
  • Carácter antisocial: egocentrismo, temeridad, propensión a experimentar, impulsividad, no interioriza los límites ni las leyes, no es muy consciente de las consecuencias de sus actos.
  • Trastornos de la motivación: falta de interés en nuevos estímulos y actividades, falta de compromiso, así como de valores personales y sociales.
  • Personalidad narcisista e inmadura: egocéntrico, con desinterés hacia los demás, con propensión a la cólera, incapaz de modular correctamente afectos y emociones, muy intolerante a las frustraciones y al dolor.

 

Si nos detenemos a analizar a la pareja del adicto al alcohol, encontraremos que también presenta unos síntomas característicos. Por una parte, es capaz de manejar constructivamente el hogar de modo responsable y de buscar ayuda para su marido. Sin embargo, por otra parte, puede potenciar o contribuir al mantenimiento de la adicción de su pareja mediante diferentes conductas:

  • Se muestra indecisa, indiferente, y limita o evita contactos físicos con su pareja, con la consiguiente implicación emocional.
  • Es controladora y dominante, estableciendo relaciones de poder en las que cumple expectativas de ser imprescindible, » tabla de salvación» de los problemas del marido, quedando este en un rol de incapacidad.
  • Es punitiva, empleando gritos, amenazas y, ocasionalmente, malos tratos físicos.
  • Es masoquista y a la vez maternal, cuidándole en las resacas, ocultando sus fallos, manteniendo la cena caliente, esperándole despierta…

Estas actitudes pro-alcohólicas, más las complicidades que encuentra el alcohólico su propia madre, configuran una compleja constelación familiar.