Centro de Tratamiento de Adicciones – Av. Gran Vía Juan Carlos I, 26 A, 1º B, 26002 Logroño, La Rioja – Teléfonos 649 16 78 39 – 650 10 99 85

Centro con Servicios Sanitarios

Número de Registro: 2266150003900

l13

PLAN DE FORMACIÓN AEDA

Progreso del curso
65%

ACCESO RÁPIDO

¿TIENES ALGUNA DUDA?

5. ADICCIONES

5.1.  Sustancias psicoactivas

 

Por lo que sabemos, desde sus orígenes, el ser humano ha utilizado sustancias psicoactivas persiguiendo diversos como alterar su estado de consciencia, por ejemplo. De su uso se han desprendido tanto experiencias muy particulares, como afecciones irreparables, por ello, la propia sociedad ha luchado por regular su consumo. El asunto ha generado debates interminables, porque lo cierto es que existe una enorme variedad de sustancias cuyo origen puede encontrarse en las profundidades de la selva amazónica, o en un frío laboratorio estatal. Hoy vamos a centrarnos en dos poco conocidas: el popper y la ayahuasca.

El popper fue sintetizado en un laboratorio por el químico y farmacéutico francés Antoine Jérôme Balard en 1844 y pronto se popularizó como tratamiento para la angina de pecho. En la actualidad, su principio activo se usa como aditivo en el combustible diesel, donde actúa acelerando de la ignición del combustible. Sin embargo, desde los años 60 se emplea también para el consumo recreativo ya que al inhalarse aumenta la presión arterial y produce vasodilatación, logrando que el consumidor se sienta alerta y lleno de energía, es decir, tiene efectos estimulantes, al igual que la cocaína o las anfetaminas.

Para ser más específicos, digamos que incrementa la libido, provoca un estado de bienestar y placer, relaja los esfínteres y favorece la erección en los hombres, genera distorsiones perceptivas placenteras y un lenguaje poco consistente. Estos efectos tienen una duración corta, de tan solo 2 o 3 minutos. En cambio, los efectos secundarios pueden ser duraderos, y pueden incluir náuseas, vértigo, dolores de cabeza, enrojecimiento de ojos, congestión en la cara y el cuello, pérdida del apetito, hemorragias nasales, taquicardia, hipotensión y alteraciones de la respiración.

Es una droga barata, fácil de adquirir y muy popular en la escena gay. Según los estudios en el Reino Unido el 14,9% de los estudiantes universitarios y el 12,8% de los estudiantes de medicina la han utilizado.

La Ayahuasca, en cambio, es una planta del Amazonas utilizada desde hace más de 5000 años por los Chamanes del Amazonas como un camino para obtener la expansión de la mente y hoy en día es usada en centros de rehabilitación de Perú. Su principio activo es la dimetiltriptamina (DMT), que se considera el relajante más potente del planeta y provoca vivencias confusas como sueños lucidos, alucinaciones y experiencias espirituales, pero los estudios advierten que su consumo puede tener serias implicaciones para alguien con problemas de salud mental, pues el alucinógeno puede ser responsable de desencadenar trastornos en aquellas personas predispuestas. Además, las alucinaciones pueden desencadenar traumas o incluso psicosis.

Pero ¿qué ha encontrado el ser humano a lo largo de los siglos en esas sustancias que alteran su experiencia vital? Tal vez, nuevas preguntas.

 

Evolución del consumo de SP

  • Años 60-70: aparece el consumo de hachís, marihuana, anfetaminas, heroína, LSD… en grupos pequeños, alternativos. También se produce un aumento espectacular de sustancias legales como alcohol y tabaco.
  • Años 70-80: epidemia de la heroína en forma intravenosa. Aumento de tráfico de estupefacientes. El consumo característico de la década anterior se consolida.
  • Años 80-90: aumento generalizado del uso de drogas ilegales: psicoestimulantes y drogas de diseño. Disminuye el consumo de heroína, aumentan las drogas de síntesis.
  • Años 2000: aumenta el consumo de cocaína y se dispara el de cannabis. También crece el uso de drogas perturbadoras como la ketamina o el éxtasis líquido.

 

Clasificación de las SP

La clasificación más eficaz de las sustancias psicoactivas es aquella que emplea el criterio del efecto que producen en el sistema nervioso central. Según esto, existen 3 tipos:

  • DEPRESORAS: Inhiben o atenúan los mecanismos cerebrales que sirven para mantener el estado de vigilia, produciendo diferentes grados de depresión (relajación, sedación y somnolencia, anestesia y coma) y/o analgesia. Entorpecen el funcionamiento habitual del cerebro, provocando reacciones que pueden ir desde la desinhibición hasta el coma, en un proceso progresivo de adormecimiento cerebral. (alcohol, heroína, tranquilizantes, pastillas para dormir.)
  • ESTIMULANTES: Producen euforia, bienestar y mejoría del humor, aumentando el estado de alerta y la actividad Disminuyen la sensación subjetiva de fatiga y apetito, y mejoran del rendimiento intelectual. Aceleran el funcionamiento habitual del cerebro, provocando un estado de activación que puede ir desde una mayor dificultad para dormir tras el consumo de café hasta un estado de hiperactividad tras el consumo de cocaína o anfetaminas.
  • PERTURBADORAS: Distorsionan aspectos relacionados con la percepción, con los estados emocionales y con la organización del pensamiento, produciendo a veces ilusiones o alucinaciones. Se trata de sustancias que trastocan el funcionamiento del cerebro, dando lugar a distorsiones perceptivas, alucinaciones, etc. (LSD, marihuana, hachís, drogas de síntesis como el éxtasis.

 

Alcohol

El alcohol es una droga de consumo legal, de fácil acceso, que se obtiene por fermentación (vino, cerveza) llegando a un máximo de 16º, o por destilación (whisky, ginebra, licores), de mayor graduación. Efectos:

  • Efectos a corto plazo: origina euforia y calma los dolores, sensación de mejora del estado de ánimo, sensación de mayor competencia y/o bienestar, desinhibición de impulsos básicos.
  • Efectos a largo plazo: puede producir dependencia física (alcoholismo). En casos graves aparece el “delirium tremens” (temblores, convulsiones, alucinaciones…).

Puede producir dependencia psíquica leve, moderada o grave, así como alteraciones hepáticas, gastritis, problemas intestinales y disminución de las defensas.

 

Cannabis sativa

Se obtiene de la planta del cáñamo y puede presentarse en diversas formas:

  • Marihuana: Hoja de la planta
  • Hachís: Derivado de la resina.
  • Aceite de hachís

El componente activo principal es el THC. Su consumo genera una sensación de hambre, taquicardia, alteraciones perceptivas (espacio, tiempo, sensaciones…). También puede aparecer una sensación de ansiedad, de angustia, e incluso ataques de pánico. Efectos:

  • Efectos a corto plazo: relajación, euforia, desorientación, cambios de humor, alteraciones del sueño, enrojecimiento de la conjuntiva.
  • Efectos a largo plazo: patología similar a la del tabaco, síndrome amotivacional, efectos a nivel cognitivo, riesgo de trastornos psiquiátricos en personas predispuestas.

 

SPEED (anfetaminas)

Se trata de una droga sintética, elaborada en laboratorio, derivada de la efedrina. Se presentan en pastillas o en polvo (“speed”). Se consume por vía oral, aspirado por la nariz o fumado con tabaco. Su precio es de aproximadamente 20 €/gramo

  • Efectos a corto plazo: aumento de la actividad, sensación de mayor bienestar, energía y euforia, mayor alerta mental momentánea. Pérdida de apetito, irritabilidad emocional, tensión en las mandíbulas…
  • Efectos a largo plazo: alteración perceptiva, labilidad emocional, insomnio, pérdida de apetito, pérdida de defensas…

 

Éxtasis y derivados (MDMA)

Igualmente son sustancias diseñadas en laboratorio, con fórmulas variables, y derivadas de la anfetamina. El éxtasis propiamente dicho es el MDMA, pero existen variantes como el MDA, MDEA, etc. Se presentan en forma de pastillas, y su precio oscila entre 6€ y 25€ aproximadamente.

  • Efectos a corto plazo: elevación de la presión sanguínea y frecuencia cardíaca, acción estimulante y euforizante. Efecto entactógeno, es decir, sentimientos de empatía, amor y cercanía emocional con los demás. Temblor, estremecimiento, náuseas, tensión en mandíbulas, deshidratación y “golpe de calor” (puede conllevar la muerte).
  • Efectos a largo plazo: depresión, fuertes desequilibrios emocionales, fatiga, insomnio o problemas de sueño, falta de apetito. Severos problemas psiquiátricos.

 

Cocaína

Para ser exactos, su nombre es clorhidrato de cocaína, y se obtiene a partir de una planta sudamericana conocida como Erythoxylon coca. Se presenta en forma de polvo blanco. La forma más habitual de consumirse es esnifada, pero también puede inhalarse, inyectarse, o fumarse. A veces se mezcla con heroína, lo que se conoce popularmente como “speed-ball”. En España, el precio ronda los 60€/gramo.

  • Efectos a corto plazo: estimulación y sensación de alerta mental, aumento de percepción de competencia.
  • Efectos a largo plazo: irritabilidad, anorexia, psicosis paranoide, alucinaciones por intoxicación aguda, hipertensión, taquicardia. Produce dependencia física y psíquica, así como tolerancia.

 

Alucinógenos (LSD, mescalina)

El LSD se presenta en trocitos de cartón cuadrados de papel secante, con dibujos, o en pequeñas pastillas. Su precio es de aproximadamente 12 €.

La mezcalina procede de un cactus denominado peyote, y se puede encontrar en cápsulas o en rodajas secas y troceadas dentro de diferentes alcoholes.

  • Efectos a corto plazo: euforia, dificultad de concentración, alucinaciones visuales, desorientación espaciotemporal.
  • Efectos a largo plazo: distorsiones perceptivas, alucinaciones, delirios, psicosis alucinatorias.

 

Opiáceos (heroína)

Se deriva de la adormidera (Papaver somniferum), se presenta en forma de polvo blanco, aunque a veces puede ser marrón. Otro tipo de opiáceos, como la codeína, se presentan en formato líquido. La heroína puede consumirse inyectada, inhalada (en “chinos”), o fumada. La metadona es otro opiáceo

  • Efectos a corto plazo: analgesia, adormecimiento, miosis.
  • Efectos a largo plazo: enlentecimiento cerebral, impotencia, amenorrea, depresión respiratoria, dependencia física, tolerancia, dependencia psíquica.

 

Inhalantes

Son las colas, disolventes, gasolinas, popper. Se presentan en frascos o mezclados con otros productos como la pintura o el barniz.

  • Efectos a corto plazo: aturdimiento, visión nublada, percepciones alteradas, reflejos enlentecidos, embriaguez.
  • Efectos a largo plazo: lesiones hepáticas, renales y respiratorias, dependencia, tolerancia.

 

Tranquilizantes

Se refiere principalmente a las benzodiacepinas: fármacos tranquilizantes como el Valium, Tyranxilium, Diazepan, etc. Se presentan en pastillas.

  • Efectos a corto plazo: relajación.
  • Efectos a largo plazo: ansiedad de rebote, problemas de coordinación, trastornos del equilibrio, hipotensión, fuerte dependencia.

 

Ketamina

Se trata de un anestésico disociativo que genera una rápida tolerancia y alta dependencia psicológica. Se presenta en forma de líquido transparente inyectable, polvo, cristales, pastillas o cápsulas.

  • Efectos a corto plazo: los efectos con dosis bajas son parecidos a una borrachera de alcohol: pérdida de coordinación y equilibrio, dificultad para hablar, andar y pensar, distorsión de sonidos. Con dosis altas: “Viaje psicodélico”, visones de imágenes, distorsión del tiempo y el espacio.
  • Efectos a largo plazo: daño cerebral, problemas en la memoria o en el habla, trastornos de ansiedad o paranoias.
  • Riesgos: pérdida del equilibrio, dificultad para reaccionar, accidentes y lesiones, depresión respiratoria o paro cardíaco, problemas psicológicos duraderos.

 

Indicadores de consumo

Existen varios indicadores que pueden hacernos sospechar del uso o abuso de sustancias psicoactivas por parte de una persona:

  • Cambios repentinos en su actitud y mal humor repentino sin causa aparente.
  • Notable caída en el rendimiento escolar o abandono de los estudios.
  • Alejamiento de los amigos, la familia y otras personas.
  • Pérdida de interés en las actividades favoritas, tales como deportes y hobbies.
  • Excesiva hostilidad con los demás.
  • Ojos enrojecidos.
  • Presencia de instrumentos que se emplean para el consumo de drogas (comprimidos, frascos de colirio, jarabes y envases de medicamentos).
  • Acentuadas alteraciones en el apetito.
  • Falta de motivación, incapacidad para cumplir con las responsabilidades.
  • Distracción, risas excesivas.
  • Actividades antisociales tales como mentir, robar, faltar al colegio, etc.
  • Cambios en los hábitos de higiene y en la apariencia personal.
  • Actitudes impulsivas, uso de gafas de sol, aunque no haya exceso de luz.
  • Reacción defensiva cuando se mencionan las sustancias psicoactivas en cualquier conversación.
  • Aumento de fatiga e irritabilidad, sueño interrumpido.
  • Desaparición de objetos de valor de la casa.
  • Falta de expresión en el rostro, monotonía en la voz.
  • Depresión emocional, frecuente mención del tema del suicidio.
  • Aliento alcohólico.
  • Confusión sobre el lugar, la hora y el día.
  • Crisis de pánico o temor exagerado.
  • Tos crónica.
  • Apariencia de borrachera.
  • Dificultad para coordinar movimientos.
  • Aspecto somnoliento o atontado.
  • Congestión en nariz y garganta.
  • Habla excesiva.
  • Excesiva calma o lentitud.
  • Excesivo dolor de cabeza.
  • Lenguaje incoherente.
  • Oír, ver o sentir cosas que no existen.

 

Factores de riesgo y protección

Un factor de riesgo es un atributo y/o característica individual, condición situacional y/o contexto ambiental que incrementa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas (inicio) o una transición en el nivel de implicación con las mismas (mantenimiento)» (Clayton, 1992). Se trata de un concepto probabilístico, no determinista. Tengamos en cuenta que presentar factores de riesgo no implica que necesariamente el sujeto llegue a desarrollar conductas de riesgo. Pero sí significa que, comparado con alguien sin esos factores, tendrá mayor probabilidad de desarrollar dichas conductas.

Por su parte, un factor de protección es un atributo o característica individual, condición situacional y/o contexto ambiental que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas o la transición en el nivel de implicación con las mismas» (Clayton, 1992)

Existen unos factores específicos que incrementan claramente la vulnerabilidad al abuso de sustancias psicoactivas, tales como, actitud permisiva hacia el consumo por parte de los padres o que el sujeto esté expuesto directamente a tales sustancias (porque sus propios padres o sus amigos las consumen).

De igual modo, se habla de unos factores inespecíficos, los cuales incrementan la vulnerabilidad a un amplio número de conductas problema. En este caso nos referimos a las prácticas educativas de los padres, a la forma en que estos gestionan los conflictos familiares y el clima afectivo, la baja cohesión familiar, la exposición a estrés, abusos y psicopatologías.